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viernes, 4 de octubre de 2013

CAPÍTULO 32


-Eh, dormilona.- Abrí los ojos como pude. ¿Qué hora era? ¿Y quién me estaba despertando?

-¿Quién eres? Dios, que sueño.- NO conseguía enfocar la vista para saber a quién tenía delante. Pero es que desde que intentaba abrir los ojos se me volvían a cerrar. Qué mal.

-¿No sabes quién soy? A lo mejor esto te hace recordar.
 

 Le quité la manta a Isabela. Lo cierto, es que no sabía que iba a encontrar debajo de esas mantas. Un sudor frío me recorrió la espalda. Tenía un pantalón que además de corto era transparente. Me quedé mirándola más tiempo del necesario pero es que era tan bonita. Anoche la había echado de menos y ahora solo tenía ganas de ella. De un beso. AL menos eso. Seguí el recorrido. Ahora miré un poco más arriba. Isabela tenía puesto un top largo. Ella misma me había dicho que no le gustaban las camisas pegadas para dormir. No lo pude evitar y mis manos actuaron solas. Primero recorrieron sus pies y ella se quejó. Todavía estaba media dormida y no sé ni si sabía quién era yo.

Seguí el recorrido y pasé pos sus muslos. Demorándome más de lo necesario colé mis manos por su camisa y ella entonces sí que abrió los ojos. Parecía que no se sorprendía de haberme visto. No quería que me apartara. Necesitaba estar cerca de ella después de haber pasado tan mal día ayer. Isabela me sonrió y entonces supe que ella no quería que parara, es más, me invitaba a que lo hiciera y eso me volvió loco. Subí más mis manos. Primero por su barriga, después las costillas y por último sus pechos. Isabela no me decía nada así que yo seguí.

Me puse encima de ella y le di un beso en el cuello. Después otro cerca del comienzo de su pecho y por último me quedé mirándola a los ojos. Isabela estaba sonrojada y eso me alucinó. ¿Cómo podía ser tan perfecta y sonrojarse con unos simples besos? No pude pensar mucho más porque entonces me cogió por el cuello y me dio un beso apasionado. Comenzó rozándome los labios con la lengua. Ella sabía que me gustaba. Después la metió en mi boca e hizo que mi lengua también actuara. Me gustaba cuando ella mandaba así que la puse encima de mí. Ahora yo estaba abajo.
 

 

No sabía cómo había entrado pero Carlos estaba en mi cama. Me había despertado de la mejor forma posible y tenía muchísimas ganas de verlo. La noche sin él había sido rara. Sin él ya todo me parecía raro y eso que hacía poco que lo conocía. Mi madre me mataría… espera, no me llevo con mi madre así que. Me reí yo sola. Carlos no sabía lo que pretendía hacer pero yo lo quise sorprender y me quité la camisa. Quería hacerlo sexy pero se me trabó la camisa y él me ayudo entre risas. Cuando la camisa desapareció de mi cuerpo no había nada más. No suelo dormir con sujetador porque me molesta así que él estaba observándome. Me sentía poderosa encima de él. Carlos nunca me había hecho sentir fea. Él siempre me estaba alagándome. Diciéndome lo guapa que estaba y que era. No me lo creía todo pero algo siempre te crees. No podía creer que alguien tan guapo como él se hubiera fijado en mí. Es cierto que Sergio también era guapo y se había fijado en mí pero no eran igual de ninguna de las maneras. Cuanto más lo pensaba más miraba lo distintos que eran. Carlos me volvía loca y Sergio me daba repelús. En resumen, son totalmente incompatibles. No pude pensar mucho más porque Carlos me había empezado a dejar un recorrido de besos desde el cuello hasta la barriga. Pasando por mis pezones que ya éstos estaban erectos por su culpa. Después de haberlos besado me los había rozado con sus dedos.  Yo no había aguantado más y lo había cambiado. Ahora él estaba encima y yo abajo.

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Isabela me estaba quitando la camisa. Verla encima de mí haciendo ruiditos cuando la besaba y tocaba me estaba poniendo muy mal. Esperaba que no apareciera Sergio esta vez porque ya le partiría la cara o algo parecido. Seguro que así no volvía a molestar. Isabela se había parado y con ello yo había dejado de pensar. ¿Qué le pasaría? ¿No querría?

Carlos me estaba mirando. Se notaba que estaba preocupado porque había parado, pero es que verlo así me estaba matando. Quería saborear cada parte de su cuerpo. Retiré sus manos, que minutos antes estaban masajeándome los pechos, y se las besé. Él no sabía qué pensar, lo noté porque no se movía. Yo continué. Subí hasta su hombro y me senté en la cama. Carlos ahora estaba sentado también. Le besé la cara. Era preciosa. Después le mordí los labios para continuar por sus orejas. Le soplé y él se erizó al momento. Entonces vi sus pezones y me lancé a por ellos. Los besé y mordí por igual. Los dejé para centrarme en bajar por su barriga hasta el pantalón vaquero. Tenía puesto cinturón. Lo miré con expresión confundida. ÉL estaba totalmente parado. ¿Iba a pararse ahora? ¡No me lo podía creer!

 

 

Isabela me había mirado confundida porque estaba completamente parado. Me había entrado pánico. No quería que me abandonara. ¿Si lucía lo había hecho porqué ella no lo iba a hacer? Al mismo tiempo sabía que si paraba la iba a defraudar y no quería. ¿Qué podía hacer? No pensé mucho más y actué. La empujé contra la cama y le quité los pantalones cortos transparentes. Era lo mismo que los tuviera puestos a que no los tuviera. Ahora podía ver mejor su ropa interior rosa palo. Cuando la había visto cambiándose en el hospital no era tan increíble. O eso, o que ahora que la tenía delante de verdad para mí no me lo creía. Le besé los muslos y Isabela tuvo un escalofrió. Continué hasta su ingle. Soplé y la reacción de Isabela fue encogerse. No podía aguantar más y la toqué. Estaba completamente húmeda.

-¡Isabela! ¡Carlos! ¡El desayuno está en la mesa!- Tamara abrió la puerta y se arrepintió al momento. Solo fue capaz de ver como estaba Isabela a merced de Carlos. La verdad es que se había girado tan rápido como había podido pero aun así había visto más de lo que le hubiera gustado. Pero mira que siempre metía la pata.

-¡OH! Dios, mío. Lo siento. Yo no sabía que… ¿Pero cómo se os ocurre con nosotras aquí fuera?

Carlos ya se había puesto la camisa pero aún así las pruebas de lo que había estado a punto de pasar se notaban en su pantalón. Le molestaba una barbaridad. Ya iban dos veces. ¿Pero, que tenía la gente en contra de ellos dos?

ADELANTO POR LOS COMENTARIOS DEL CAPÍTULO 31.

Isabela había tardado más pero también había conseguido vestirse muy rápido. Salió pitando en busca de Tamara. La giró en la puerta porque ella seguía clavado. Estaba muy impresionada. La situación era graciosa pero a la misma vez incómoda.

-Lo siento Tamara.

-No si la que lo siente soy yo que interrumpí. –Se rió avergonzada y con las mejillas rojísimas. Lo cierto es que para ser la más directa y alocada del grupo era raro su comportamiento.

-Fue culpa mía sabía que teníamos que venir a desayunar que las chicas lo estaban haciendo pero no lo recordé después.- dijo Carlos que también estaba cortado. YO la verdad es que no me había ni preguntado que abría sido de las chicas. Isa que es una mala persona solo pensaba: “Joder Tamara, ya te vale.” Yo solo quería que me tragara la tierra.

-¿Chicos vais a venir?- Samanta nos miró a los tres y se acercó más a nosotros.- ¿Qué tenéis?

-Nada.- Dijimos todos a la vez. Había quedado muy falso pero Samanta no dijo nada y volvió a la cocina.

-De verdad que lo sentimos Tam.- Tamara me miró y me sonrió con los ojos rayados.

-¡Me has llamado Tam!

-Claro, siempre te llamo Tam.

-Mentira. Cuando perdiste tus recuerdos y nos olvidaste a las tres nos llamabas por nuestros nombres completos.

-Lo siento por eso también. No me acordaba.

-No pasa nada. Solo me alegro de que vuelvas a llamarme como antes. Lo echaba de menos. Las chicas seguro que también. Deberías de volver a llamarlas por sus diminutivos.- Tam tenía toda la razón. Iba a empezar a hacerlo. Ellas se lo merecían.

-Eso está hecho.

YA SABEIS QUE CUANTOS MÁS COMENTARIOS ME DEJEIS MÁS LARGOS SERÁN LOS CAPITULOS DEL DÍA SIGUIENTE. MUCHAS GRACIAS POR LEER SOIS LOS MEJORES.

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