-Eh, dormilona.- Abrí los ojos como pude. ¿Qué hora era? ¿Y
quién me estaba despertando?
-¿Quién eres? Dios, que sueño.- NO conseguía enfocar la
vista para saber a quién tenía delante. Pero es que desde que intentaba abrir
los ojos se me volvían a cerrar. Qué mal.
-¿No sabes quién soy? A lo mejor
esto te hace recordar.
Le quité la manta a
Isabela. Lo cierto, es que no sabía que iba a encontrar debajo de esas mantas.
Un sudor frío me recorrió la espalda. Tenía un pantalón que además de corto era
transparente. Me quedé mirándola más tiempo del necesario pero es que era tan
bonita. Anoche la había echado de menos y ahora solo tenía ganas de ella. De un
beso. AL menos eso. Seguí el recorrido. Ahora miré un poco más arriba. Isabela
tenía puesto un top largo. Ella misma me había dicho que no le gustaban las
camisas pegadas para dormir. No lo pude evitar y mis manos actuaron solas.
Primero recorrieron sus pies y ella se quejó. Todavía estaba media dormida y no
sé ni si sabía quién era yo.
Seguí el recorrido y pasé pos sus muslos. Demorándome más de
lo necesario colé mis manos por su camisa y ella entonces sí que abrió los
ojos. Parecía que no se sorprendía de haberme visto. No quería que me apartara.
Necesitaba estar cerca de ella después de haber pasado tan mal día ayer.
Isabela me sonrió y entonces supe que ella no quería que parara, es más, me
invitaba a que lo hiciera y eso me volvió loco. Subí más mis manos. Primero por
su barriga, después las costillas y por último sus pechos. Isabela no me decía
nada así que yo seguí.
Me puse encima de ella y le di
un beso en el cuello. Después otro cerca del comienzo de su pecho y por último
me quedé mirándola a los ojos. Isabela estaba sonrojada y eso me alucinó. ¿Cómo
podía ser tan perfecta y sonrojarse con unos simples besos? No pude pensar
mucho más porque entonces me cogió por el cuello y me dio un beso apasionado.
Comenzó rozándome los labios con la lengua. Ella sabía que me gustaba. Después
la metió en mi boca e hizo que mi lengua también actuara. Me gustaba cuando
ella mandaba así que la puse encima de mí. Ahora yo estaba abajo.
No sabía cómo había entrado pero Carlos estaba en mi cama.
Me había despertado de la mejor forma posible y tenía muchísimas ganas de
verlo. La noche sin él había sido rara. Sin él ya todo me parecía raro y eso
que hacía poco que lo conocía. Mi madre me mataría… espera, no me llevo con mi
madre así que. Me reí yo sola. Carlos no sabía lo que pretendía hacer pero yo
lo quise sorprender y me quité la camisa. Quería hacerlo sexy pero se me trabó
la camisa y él me ayudo entre risas. Cuando la camisa desapareció de mi cuerpo
no había nada más. No suelo dormir con sujetador porque me molesta así que él
estaba observándome. Me sentía poderosa encima de él. Carlos nunca me había hecho
sentir fea. Él siempre me estaba alagándome. Diciéndome lo guapa que estaba y
que era. No me lo creía todo pero algo siempre te crees. No podía creer que
alguien tan guapo como él se hubiera fijado en mí. Es cierto que Sergio también
era guapo y se había fijado en mí pero no eran igual de ninguna de las maneras.
Cuanto más lo pensaba más miraba lo distintos que eran. Carlos me volvía loca y
Sergio me daba repelús. En resumen, son totalmente incompatibles. No pude
pensar mucho más porque Carlos me había empezado a dejar un recorrido de besos
desde el cuello hasta la barriga. Pasando por mis pezones que ya éstos estaban
erectos por su culpa. Después de haberlos besado me los había rozado con sus
dedos. Yo no había aguantado más y lo
había cambiado. Ahora él estaba encima y yo abajo.
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Isabela me estaba quitando la camisa. Verla encima
de mí haciendo ruiditos cuando la besaba y tocaba me estaba poniendo muy mal.
Esperaba que no apareciera Sergio esta vez porque ya le partiría la cara o algo
parecido. Seguro que así no volvía a molestar. Isabela se había parado y con
ello yo había dejado de pensar. ¿Qué le pasaría? ¿No querría?
Carlos me estaba mirando. Se notaba que estaba preocupado porque
había parado, pero es que verlo así me estaba matando. Quería saborear cada
parte de su cuerpo. Retiré sus manos, que minutos antes estaban masajeándome los
pechos, y se las besé. Él no sabía qué pensar, lo noté porque no se movía. Yo
continué. Subí hasta su hombro y me senté en la cama. Carlos ahora estaba
sentado también. Le besé la cara. Era preciosa. Después le mordí los labios
para continuar por sus orejas. Le soplé y él se erizó al momento. Entonces vi
sus pezones y me lancé a por ellos. Los besé y mordí por igual. Los dejé para
centrarme en bajar por su barriga hasta el pantalón vaquero. Tenía puesto cinturón.
Lo miré con expresión confundida. ÉL estaba totalmente parado. ¿Iba a pararse
ahora? ¡No me lo podía creer!
Isabela me había mirado confundida porque estaba
completamente parado. Me había entrado pánico. No quería que me abandonara. ¿Si
lucía lo había hecho porqué ella no lo iba a hacer? Al mismo tiempo sabía que
si paraba la iba a defraudar y no quería. ¿Qué podía hacer? No pensé mucho más
y actué. La empujé contra la cama y le quité los pantalones cortos transparentes.
Era lo mismo que los tuviera puestos a que no los tuviera. Ahora podía ver
mejor su ropa interior rosa palo. Cuando la había visto cambiándose en el
hospital no era tan increíble. O eso, o que ahora que la tenía delante de
verdad para mí no me lo creía. Le besé los muslos y Isabela tuvo un escalofrió.
Continué hasta su ingle. Soplé y la reacción de Isabela fue encogerse. No podía
aguantar más y la toqué. Estaba completamente húmeda.
-¡Isabela! ¡Carlos! ¡El desayuno está en la mesa!- Tamara
abrió la puerta y se arrepintió al momento. Solo fue capaz de ver como estaba
Isabela a merced de Carlos. La verdad es que se había girado tan rápido como
había podido pero aun así había visto más de lo que le hubiera gustado. Pero
mira que siempre metía la pata.
-¡OH! Dios, mío. Lo siento. Yo no sabía que… ¿Pero cómo se
os ocurre con nosotras aquí fuera?
Carlos ya se había puesto la camisa pero aún así las pruebas
de lo que había estado a punto de pasar se notaban en su pantalón. Le molestaba
una barbaridad. Ya iban dos veces. ¿Pero, que tenía la gente en contra de ellos
dos?
ADELANTO POR LOS COMENTARIOS DEL CAPÍTULO 31.
Isabela había tardado más pero también había conseguido
vestirse muy rápido. Salió pitando en busca de Tamara. La giró en la puerta
porque ella seguía clavado. Estaba muy impresionada. La situación era graciosa
pero a la misma vez incómoda.
-Lo siento Tamara.
-No si la que lo siente soy yo que interrumpí. –Se rió
avergonzada y con las mejillas rojísimas. Lo cierto es que para ser la más
directa y alocada del grupo era raro su comportamiento.
-Fue culpa mía sabía que teníamos que venir a desayunar que
las chicas lo estaban haciendo pero no lo recordé después.- dijo Carlos que
también estaba cortado. YO la verdad es que no me había ni preguntado que abría
sido de las chicas. Isa que es una mala persona solo pensaba: “Joder Tamara, ya
te vale.” Yo solo quería que me tragara la tierra.
-¿Chicos vais a venir?- Samanta nos miró a los tres y se
acercó más a nosotros.- ¿Qué tenéis?
-Nada.- Dijimos todos a la vez. Había quedado muy falso pero
Samanta no dijo nada y volvió a la cocina.
-De verdad que lo sentimos Tam.- Tamara me miró y me sonrió
con los ojos rayados.
-¡Me has llamado Tam!
-Claro, siempre te llamo Tam.
-Mentira. Cuando perdiste tus recuerdos y nos olvidaste a
las tres nos llamabas por nuestros nombres completos.
-Lo siento por eso también. No me acordaba.
-No pasa nada. Solo me alegro de que vuelvas a llamarme como
antes. Lo echaba de menos. Las chicas seguro que también. Deberías de volver a
llamarlas por sus diminutivos.- Tam tenía toda la razón. Iba a empezar a
hacerlo. Ellas se lo merecían.
-Eso está hecho.
YA SABEIS QUE CUANTOS MÁS COMENTARIOS ME DEJEIS MÁS LARGOS
SERÁN LOS CAPITULOS DEL DÍA SIGUIENTE. MUCHAS GRACIAS POR LEER SOIS LOS
MEJORES.
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