Primero entró ella y después yo. Nayara no se imaginaba ni
de lejos que yo lo sabía todo, pero, había tomado la decisión de decirle que
sí, que lo sabía, y que quería una explicación. Cerré la puerta y me giré para
verla. Ella siempre tan triste. No sabía por qué. A lo mejor hoy lo descubría.
-Bueno, ¿necesitas más tiempo para contarme aquello tan
horrible?- Sí, un poco directa, pero, mejor así que andarse con rodeos. Quería
que me admitiera ya que me había empujado. Que me diera una explicación y
fuera. Ella me había mirado sorprendida. Creo que no creía que fuera a
preguntarle eso.
-Pues… yo… prefiero no contártelo todavía… - La miré a los
ojos y ella hizo lo mismo. Se veía muchísima culpabilidad en esos ojos. No
sabía que pensar.
-¿Pero porqué no me lo quieres contar? Bueno, mejor, no me
importa. Ya sé lo que pasó.
-¿Qué? – Nayara no pestañeaba. Se había quedado muda. Su
cara me rompió un poquito el corazón.
-Pues eso, que ya sé que me empujaste, pero, quiero saber el
por qué.
-Espera.- Nayara me miró sin comprender.- ¿¡Que yo te
empujé?!
-Venga Nayara no hace falta que sigas escondiéndolo pero
dame una explicación. – La miré con ojos suplicantes. ¿Qué le había hecho para
que me empujara contra los coches?
-No me puedo creer lo que estás diciendo. ¿Quién te dijo
eso?
-Sergio. Hoy. – La miré como si fuera tonta. La acababa de
destapar y lo que le importaba era quién me lo había contado.
-¿Y tú vas y te lo crees? ¿Después de todas las mentiras que
te contó a ti y a Samanta?- Hombre, ahí me había dado. Tenía razón. Había
creído todo lo que me había dicho Sergio sin poner en duda nada. Otra vez. Era
una estúpida de mierda. Pero, si Nayara no me había empujado, entonces, ¿Qué
había pasado?
-No sé. Ya no sé ni en quién confiar.- Nayara me miró con
lágrimas en los ojos. Me dolió demasiado. Lo que me sorprendió fue que no me
respondió. No me dijo que era lo que había pasado al salir del instituto. ¿Por
qué me habían atropellado? En vez de eso me esquivó y camino hacia la puerta. La abrió y salió.
Yo me quedé sola pensando en lo tonta que había sido al creerme todo lo que
había dicho Sergio. Tenía que haberle hecho caso a Carlos cuando me dijo que él
no se lo creía. Sergio me había vuelto a engañar y lo peor no era eso. Lo peor
es que ahora Nayara no me hablaba y yo estaba hecha polvo. Era totalmente una
estúpida.
Salí del cuarto al rato. Fuera estaban Samanta, Tamara y
Nayara hablando. Seguramente Nayara les estaba
contando lo tonta que había sido al creerme todo lo que había dicho a
Sergio. A parte de contarles que no confiaba en ellas y demás cosas que las
pondrían en mi contra. Andaba bonita. En el momento en el que más debería de
tener cerca a las personas que me querían iba yo y las alejaba.
No sabía qué hacer ya que ellas estaban hablando. Me fui a
la cocina y me senté en una silla. Era horrible estar en tu propia casa y
sentirte incómoda. Hacía mucho tiempo que no sentía lo que era haber estropeado
algo. Roto algo. Haberla cagado, vamos. Isa la parte morbosa de mi mente me
decía: “Es que mira que creer a Sergio”. La cabrona siempre aparecía en el peor
momento. Y no se callaba: “No tenías ni que haberle abierto la puerta, así
hubieras acabado aquello con Carlos”. Sería guarra. Ella solo quería acabar “aquello
con Carlos”. Lo cierto es que yo también pero ahora no tenía tiempo para pensar
en eso. Estaba en un proceso de auto culpa muy importante.
-¿Puedo hablar contigo?- Era Samanta. Caminó hasta la silla
más cercana y se sentó. Tenía la cara muy serena. Ella me daba la sensación de
que sí que entendía por qué no confiaba en nadie. Una de las culpables era ella
misma.
-Ya Nayara nos contó lo que pasó. Sé que no sabes a quién
creer pero te aseguro, y sé que mi palabra a estas alturas no vale nada, que
Nayara no hizo nada para que te atropellaran. Tuvo una pequeña parte de la
culpa pero no pasó lo que te contó Sergio. También quiero contarte una cosa que
no les he dicho a las chicas.
La miré pensando en si aceptar aquella información a
rechazarla. En estos momentos poco más podía hacerme sentir peor así que le
hice un movimiento de cabeza para que supiera que podía continuar. Ella pareció
entenderlo porque continuó.
-Sergio fue a mi casa pero no era sólo para decirme que se
arrepentía de todo. También me dijo que tu solo le gustaste al principio. Y que
después ya no supo como dejarte. Me dijo que eras una pesada y se aburrió de ti
con facilidad. Yo no fui la única con la que te puso los cuernos.- Ya me lo
imaginaba pero oírselo decir a Samanta me escocía. Si había aburrido a Sergio
podía aburrir también a Carlos. No podía imaginar que él también me engañara,
me mintiera y manipulara igual. Perdí el color al momento. Darme cuenta de eso
me afectó aún más.- Esto no te lo digo para hacerte daño sino para que sepas qué
clase de persona es Sergio. Ahí no acabó la cosa. Me contó que con el tiempo te
había cogido como manía y que por ello le gustaba amargarte y hacerte sentir
mal. De ahí que nada de lo que te haya dicho sea verdad. Él solo quería que te
enfadaras con Nayara y no le volvieras a hablar.
No sabía que decir. Tenía que pedirle disculpas a Nayara.
Era una persona horrible por creer que una de mis mejores amigas podía haberme
empujado para que me atropellaran.
-Sé que tienes razón. He sido una estúpida.- Samanta me miró
y me pareció que se le humedecían los ojos.
-Todas lo hemos sido alguna vez.- La miré y ahora a mí
también se me humedecieron. Ella lo decía porque me había fallado y ahora
quería arreglarlo. La verdad es que
Samanta nunca había sido una mala amiga pero Sergio la había enamorado y usado.
El muy capullo. Dios mejor no pensar más en el. Sergio iba a quedar olvidado
esa misma noche.
Caminé hacia la sala otra vez. Nayara seguía hablando con
Tamara pero ahora lo hacía muy bajito y parecía que se estaba secando lágrimas
de los ojos. ¿Qué sería lo que abría pasado que no me lo quería contar?
-Nayara, puedo…
-Dime.
-Perdóname. Yo no quería que te sintieras mal. He sido una
estúpida.- Miré a Nayara a los ojos y ahora ya no se estaba secando las
lágrimas. No, no. Ahora es que le salían las lágrimas a montones y lo que me
dijo a continuación me dejó alucinada.
-No, perdóname tú a mí porque yo debería de estar en tu
lugar. -¿cómo que ella debería estar en mi lugar? No lo entendía.
-¿Por qué dices eso?
-Me salvaste ¿vale? Te debo la vida. Yo soy la que debía
haber perdido la memoria. Yo soy la que debía haberme quedado una semana en
coma. Es todo mi culpa.- Nayara estaba llorando desconsoladamente y yo no hice
otra cosa que abrazarla. La abracé como si se fuera un largo tiempo de viaje.
La abracé como si no lo pudiera volver a hacer. Me había dicho que le había
salvado la vida pero todavía no entendía el cómo.
ADELANTO POR LOS COMENTARIOS DE LOS ÚLTIMOS CAPÍTULOS.
Nayara ya estaba más tranquila. Las chicas habían decidido
que se iban a quedar a dormir. Yo había llamado a Carlos hace un momento para contárselo
y él había decidido que hoy no vendría a dormir conmigo. Qué mierda, pero
bueno, era por mis amigas y por enterarme de qué había sucedido.
Estábamos todas acostadas en mi cama. Habíamos cenado chino.
Cortesía de Tamara que había pagado. Yo estaba en números rojos y debía
solucionarlo cuanto antes. Nayara ya se había dormido entre hipos. La pobre lo
había pasado horrible con mi accidente. Tamara y Samanta me había contado que
nunca se separó de mí. Había estado cada noche de los 7 días que pasé en coma y
cuando desperté no la había visto a ella la primera porque el enfermero, ósea
Carlos, había entrado para hacerme el seguimiento. No pude pensar en nada más
porque de pronto me sonó el móvil. La canción de “when i’m gone” sonó por toda
la habitación. Las chicas ya estaban medias dormidas así que no quería que se
despertara, ¿quién me estaría llamando al teléfono a estas horas de la noche?
-Sí, ¿quién es?- Al otro lado de mi móvil sonó una risa
preciosa.
-¿Quién crees que soy?
No me lo puedo crer tengo que esperar a mañana para saber quien carajo llamó besitos peque
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