Abrí la puerta de mi piso. Este sí que lo recordaba. Estaba
muy nerviosa cuando lo alquilé. Quería que ese piso fuera mi refugio. Algo mío
en donde estudiar. Hacer una vida. Ser feliz. Ahora no sé si lo conseguí. Pero
en el futuro todavía quería conseguirlo.
Detrás de mi iba Carlos. Su idea funcionó. Ahora que me va a
ayudar a no quedarme sola con Sergio estoy más tranquila. Lo cierto es que he
pensado en darle un tiempo a Sergio. Decirle algo en plan: Sergio no te
recuerdo. Hasta que te recuerde me quedo con Carlos. O mejor decirle: Necesito
un tiempo porque no te conozco. Y ese tiempo lo voy a pasar con Carlos pero no
te preocupes. Solo pienso en Carlos. Y ya no solo es Isa. El lado de mi mente
perturbada. No. Ahora soy toda yo. Isabela.
-Esta es mi casa Carlos. Espero que te guste. Es lo único
que recuerdo con claridad. Este es mi refugio.- Carlos pasó y miró (creo que
sorprendido) el interior de mi piso.
Mi piso era bonito es la verdad. Había pasado horas
pintándolo y decorándolo. Constaba de una habitación, la cocina, un baño y el
salón. Pequeño pero acogedor. Me quedé mirando a Carlos largo rato. Hubiera
seguido mirándolo de no ser porque me distrajo una pared de mi casa. Cuando la
compre, y que yo recordara, era de naranja chillón. Ahora estaba repleta de
fotos fascinantes. ¿Esas fotos eran mías? ¿Cuándo las había puesto ahí? Carlos
debió de darse cuenta de cómo miraba la enorme pared porque se puso a mí lado y
la contempló.
- Son preciosas. Tus amigas y tú salís increíbles en todas
estas fotos.- Yo no sabía que decir. No recordaba nada. Era horrible. Quería
recordar. De pronto me di cuenta de una cosa. No había ninguna foto de Sergio.
¿Acaso no éramos novios? ¿Por qué él no aparecía? Seguí mirando las fotos
alucinada sin decir nada hasta que vi una que me impactó. Pero no supe el
motivo pues aparecía un chico a mi lado. Era increíblemente guapo. Moreno como
yo. Me abrazaba y parecíamos muy felices. ¿Quién era él? Carlos miró la misma
foto pero no dijo nada sobre ella. Quizás se abría dado cuenta de que preguntar
no serviría de nada. No recuerdo.
-¿Qué tal si cenamos algo? Tus amigas dijeron que vendrían
en un momento y se quedaban a dormir. Me dijeron que te lo dijera. Que no
querían dejarte sola ni un momento. Él que también vendrá en un rato será
Sergio.- Me miró con cara preocupada. Aunque no sé decir si también estaría
molesto. Fuera lo que fuera yo ya estaba yendo directamente a la cocina para hacer
la cena. En ese mismo momento Carlos me agarró del brazo y me hizo girar. Me
quedé mirándolo directamente a los ojos.
-Tú no puedes hacer la cena. Te despertaste esta mañana de
un coma que duró una semana y además tienes la pierna mal. Deberías sentarte. Déjame
que la haga yo.- Se me aceleró el corazón. Principalmente porque todavía no me
había soltado la mano y estábamos demasiado cerca.
-Si lo dices así suena muy mal. Estoy bien te lo aseguro.
Aunque que hagas la cena tú me parece una buena. Aún así, déjame ayudarte.- Él
me sonrío. Nunca me cansaría de ver su sonrisa. Me soltó el brazo y caminamos
hacia la cocina.
Ring. Ring. Ring. El timbre no paraba de sonar. Carlos y yo
nos miramos preguntándonos quién sería con la mirada. Había dos posibilidades:
Las chicas o Sergio. Me quité el delantal y camine hacia la puerta como viento
que lleva el diablo a ver si paraba. Es más fácil decirlo que hacerlo teniendo
en cuenta que la herida de la pierna no me permitía andar muy rápido. Pero el
timbre me estaba volviendo loca. Me empezaba a doler la cabeza otra vez. Que
desastre.
-Ya voy. ¡Ya voy!- Abrí la puerta. Y lo encontré a él.
Sergio.
-Hola. Perdona que fuera tan insistente es que no me di
cuenta.- ¿Dejas el dedo pegado en el timbre y lo haces sin darte cuenta? Me
imagino que sería una broma. Y no estaba para bromas.
Me miró pero yo no le dejé pasar. Fue entonces cuando noté a
Carlos detrás de mí. Y le oí decir que pasara, a Sergio. Maldición.
Carlos me cogió por la cintura para que me quitara de la
puerta. Me quedé más quieta que nunca. No quería que quitara las manos de ahí
pero entonces me di cuenta de que Sergio era mi “novio” y eso no le gustaría.
Que injusto.
Sergio al parecer se dio cuenta y se le quedó mirando,
entonces, Carlos quitó las manos de mi cintura. Qué pena.
Pasamos a la cocina. Sergio no hablaba mucho. Me da que no
sabía que decir. Pero entonces Carlos me preguntó que dónde estaban los paños
porque se le había derramado agua en la encimera y él habló.
-Isa te importaría que habláramos un momento a solas. Es que
desde que vine de viaje no hemos hablado y quiero decirte algo que a lo mejor
es importante para ti.- Le iba a decir que no. Carlos me estaba mirando pero no
decía nada. Entonces pensé que si era importante para mí a lo mejor era algo
interesante y le dije que sí.
QUE POCO QUIERO LEER MAS PERO ESTA BIEN SIGUE ASI
ResponderEliminarCadabes se pone mas interesante sigue asi me gusta
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