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domingo, 1 de septiembre de 2013

CAPÍTULO 5



Abrí la puerta de mi piso. Este sí que lo recordaba. Estaba muy nerviosa cuando lo alquilé. Quería que ese piso fuera mi refugio. Algo mío en donde estudiar. Hacer una vida. Ser feliz. Ahora no sé si lo conseguí. Pero en el futuro todavía quería conseguirlo.

Detrás de mi iba Carlos. Su idea funcionó. Ahora que me va a ayudar a no quedarme sola con Sergio estoy más tranquila. Lo cierto es que he pensado en darle un tiempo a Sergio. Decirle algo en plan: Sergio no te recuerdo. Hasta que te recuerde me quedo con Carlos. O mejor decirle: Necesito un tiempo porque no te conozco. Y ese tiempo lo voy a pasar con Carlos pero no te preocupes. Solo pienso en Carlos. Y ya no solo es Isa. El lado de mi mente perturbada. No. Ahora soy toda yo. Isabela.

-Esta es mi casa Carlos. Espero que te guste. Es lo único que recuerdo con claridad. Este es mi refugio.- Carlos pasó y miró (creo que sorprendido) el interior de  mi piso.

Mi piso era bonito es la verdad. Había pasado horas pintándolo y decorándolo. Constaba de una habitación, la cocina, un baño y el salón. Pequeño pero acogedor. Me quedé mirando a Carlos largo rato. Hubiera seguido mirándolo de no ser porque me distrajo una pared de mi casa. Cuando la compre, y que yo recordara, era de naranja chillón. Ahora estaba repleta de fotos fascinantes. ¿Esas fotos eran mías? ¿Cuándo las había puesto ahí? Carlos debió de darse cuenta de cómo miraba la enorme pared porque se puso a mí lado y la contempló.

- Son preciosas. Tus amigas y tú salís increíbles en todas estas fotos.- Yo no sabía que decir. No recordaba nada. Era horrible. Quería recordar. De pronto me di cuenta de una cosa. No había ninguna foto de Sergio. ¿Acaso no éramos novios? ¿Por qué él no aparecía? Seguí mirando las fotos alucinada sin decir nada hasta que vi una que me impactó. Pero no supe el motivo pues aparecía un chico a mi lado. Era increíblemente guapo. Moreno como yo. Me abrazaba y parecíamos muy felices. ¿Quién era él? Carlos miró la misma foto pero no dijo nada sobre ella. Quizás se abría dado cuenta de que preguntar no serviría de nada. No recuerdo.

-¿Qué tal si cenamos algo? Tus amigas dijeron que vendrían en un momento y se quedaban a dormir. Me dijeron que te lo dijera. Que no querían dejarte sola ni un momento. Él que también vendrá en un rato será Sergio.- Me miró con cara preocupada. Aunque no sé decir si también estaría molesto. Fuera lo que fuera yo ya estaba yendo directamente a la cocina para hacer la cena. En ese mismo momento Carlos me agarró del brazo y me hizo girar. Me quedé mirándolo directamente a los ojos.

-Tú no puedes hacer la cena. Te despertaste esta mañana de un coma que duró una semana y además tienes la pierna mal. Deberías sentarte. Déjame que la haga yo.- Se me aceleró el corazón. Principalmente porque todavía no me había soltado la mano y estábamos demasiado cerca.

-Si lo dices así suena muy mal. Estoy bien te lo aseguro. Aunque que hagas la cena tú me parece una buena. Aún así, déjame ayudarte.- Él me sonrío. Nunca me cansaría de ver su sonrisa. Me soltó el brazo y caminamos hacia la cocina.

Ring. Ring. Ring. El timbre no paraba de sonar. Carlos y yo nos miramos preguntándonos quién sería con la mirada. Había dos posibilidades: Las chicas o Sergio. Me quité el delantal y camine hacia la puerta como viento que lleva el diablo a ver si paraba. Es más fácil decirlo que hacerlo teniendo en cuenta que la herida de la pierna no me permitía andar muy rápido. Pero el timbre me estaba volviendo loca. Me empezaba a doler la cabeza otra vez. Que desastre.

-Ya voy. ¡Ya voy!- Abrí la puerta. Y lo encontré a él. Sergio.

-Hola. Perdona que fuera tan insistente es que no me di cuenta.- ¿Dejas el dedo pegado en el timbre y lo haces sin darte cuenta? Me imagino que sería una broma. Y no estaba para bromas.

Me miró pero yo no le dejé pasar. Fue entonces cuando noté a Carlos detrás de mí. Y le oí decir que pasara, a Sergio. Maldición.

Carlos me cogió por la cintura para que me quitara de la puerta. Me quedé más quieta que nunca. No quería que quitara las manos de ahí pero entonces me di cuenta de que Sergio era mi “novio” y eso no le gustaría. Que injusto.

Sergio al parecer se dio cuenta y se le quedó mirando, entonces, Carlos quitó las manos de mi cintura. Qué pena.

Pasamos a la cocina. Sergio no hablaba mucho. Me da que no sabía que decir. Pero entonces Carlos me preguntó que dónde estaban los paños porque se le había derramado agua en la encimera y él habló.

-Isa te importaría que habláramos un momento a solas. Es que desde que vine de viaje no hemos hablado y quiero decirte algo que a lo mejor es importante para ti.- Le iba a decir que no. Carlos me estaba mirando pero no decía nada. Entonces pensé que si era importante para mí a lo mejor era algo interesante y le dije que sí.

2 comentarios:

  1. QUE POCO QUIERO LEER MAS PERO ESTA BIEN SIGUE ASI

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  2. Cadabes se pone mas interesante sigue asi me gusta

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Gracias por dejar tu comentario.<33