Aquí tienes todos los capítulos.

lunes, 16 de septiembre de 2013

CAPÍTULO 19


En el trayecto del coche ninguno habló. Lo cierto es que estaba preocupado por Isabela. Desde que recordó lo de su hermano no me miraba de la misma forma. ¿Qué le habría pasado? ¿Habría hecho yo algo malo? No quería que volviera a pasar lo mismo que pasó con Lucía pero tampoco quería ahogar a Isa. Ella quería que la llevara a su piso y me fuera pero ¿Cómo podría hacer eso si lo único que yo quería era al menos dormir con ella toda la noche? Velar sus sueños. Quería saber todo lo que le estaba rondando por la cabeza. Quería que confiara en mí para todo. Dios, ¿Cómo es que ya no puedo vivir sin ella? Hace solo una semana y dos días que la conozco y despertó hace solamente dos que está despierta. Aún así. Isabela era lo único bonito en mi vida hasta ese momento. Cuando hice enfermería tuve varios ligues pero de días. Después apareció Lucía que me abandonó y ahora Isabela. Nadie, ni Lucía, me había llegado tan hondo. Pero, ¿Qué hacía pensando en esas cosas? Isabela estaba mal por lo de su hermano. Tenía que ayudarla de alguna forma, aunque ella no quisiera.

 

 

Abrí mi piso y me giré para despedirme de Carlos. ¿Debería de darle un beso en el cachete o en los labios? No pensé mucho más porque entonces él dijo.

-No me voy a ir.- Lo miré sorprendida pero no dije nada así que él continuó.

-Si no me dejas entrar dormiré aquí fuera.- Que dijera eso me sorprendió aún más pero también me hiso reír.

-No serás capaz.- Carlos me retó con la mirada.

-¿Lo crees de verdad? Qué poco me conoces.- Carlos se sentó en el suelo y se apoyó en la pared. Hizo como que estaba buscando la postura ideal y después me dijo.

-Pero no seas mala y al menos déjame una manta.- Me miró otra vez y seguía rentándome. ¿Creía que le iba a decir que entrara? Quería que me diera pena y al final pasara lo que no pasó en su casa me dijo Isa. Descubrir eso me dejó petrificada. Lo miré y me decidí. No dormiría en mi cama (aunque me encantaría que lo hiciera se lo merecía). Entré en mi piso y saqué una manta del armario. Volví a salir para darle la mata a Carlos y pensé que ya no estaría pero allí estaba. Le di la mata él la recibió con gusto. Se la puso por encima.

-Bueno, ya puedes irte cuando te de pena vuelves ¿vale?

-No me vas a dar pena.- Le guiñé un ojo y me reí hasta que dijo.

-Después de invitar a una chica a cenar nunca me había acabado durmiendo por fuera de su casa. Es algo nuevo para mí.

-¿Has invitado a muchas chicas a cenar?- Me miró sorprendido por mi velocidad para una respuesta-pregunta que podría cambiar mucho las cosas.

-Sí. No a muchas pero a algunas. De todas formas eres a la primera que la invito a cenar a el bar de mi padre. Espero que lo tengas en cuenta.- Ahora fue él el que me guiñó el ojo. Yo me quedé callada y entré en mi piso. Antes de cerrar la puerta lo miré pero no por mucho tiempo porque la luz era por censor y se apagó.
 

 

Cuando se apagó la luz en lo primero que pensé fue: soy un estúpido. Tenía que haberme colado dentro del piso cuando Isabela había ido a buscar la manta pero, ¿De qué serviría eso? Yo lo que quería es que ella me dejara pasar por su voluntad. Que volviera a confiar en mí tanto como para que me dejara dormir con ella. Solo dormir. ¿A quién quería engañar? Con Isabela quería más que dormir pero tendría que ir despacio. Habían sido muchas emociones para ella en tan solo dos días. Había que darle tiempo pero yo simplemente no podía. Moría por tocarla a cada momento. Quería besarla hasta que me dolieran los labios. Quería… quería muchas cosas, pero, por ahora, solo tenía un suelo duro y una manta que olía a ella. Isabela.

 

 

Entré en mi piso y me apoyé en la puerta. Aparte de sentirme mal por lo de Ángel también me sentía mal por haber dejado a Carlos fuera. La estaba pagando con él y lo sabía pero no podía hacer nada. Parecía mentira que hace un momento hubiéramos estado besándonos y ahora estuviéramos en mi piso separados por una puerta. Caminé hasta la pared de fotos y busqué la que salía con Ángel. Si me había abandonado yo se lo había consentido porque ¿Por qué sino estaba la foto en esa pared? No entendía nada y me estaba doliendo la cabeza de tanto pensar. Carlos seguramente se cansaría de esperar que le abriera la puerta y se iría así que dejé de pensar en él y me fui a tomar algo para aplacar el dolor. Me quité los tacones por el camino. Me estaban matando. La herida de la pierna ahora estaba peor. Mira que Carlos me había dicho que me cambiara que los tacones serían malos para mí pero yo por presumir ahora estaba así. Mira que siempre me lo decía Ángel: “Para presumir hay que sufrir”.

Ángel, Ángel… ¿Qué sería de él? ¿Dónde estaba? ¿Por qué me había dejado? Esas tres preguntas eran las más importantes entre otras. Las quería resolver pero era imposible. Lo más lógico sería llamar a mis padres y que me lo contaran todo pero y si me hubiera dado una rabieta con ellos y hubiera sido culpa mía el irme y acabar aquí sola. Qué va. Eso no lo podía hacer. No podía llamar a mis padres.

Después de tomarme algo para el dolor me acosté en mi cama. Ya me había cambiado y duchado. Estaba muy cansada así que no fue difícil dormirme.
Lo que Isabela no sabía es que Carlos seguía acostado por fuera de su piso y que no se iba a ir aunque ella no saliera a buscarlo

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por dejar tu comentario.<33